El ex presidente Achá (1861-1864) en el destierro forzoso (en tierras selváticas por ese entonces en el oriente del país) que le impuso Melgarejo, antes de morir atacado vilmente por enfermedades tropicales propias de tierras orientales en ese momento y sin remedios al alcance, en tono de crítica acerca de nuestra clase política acuñaría una frase memorable: Bolivia no tiene memoria.
Cada vez que me pregunto por qué razón no hacemos retrospectiva de nuestras vidas cuando nos encontramos frente a un momento político determinado por alguna razón me viene ala mente la escena antes descrita. Ahora con los próximos referéndums estatutarios me vino por enésima vez ese entreacto, al respecto la relación de hechos que quisiera exponer son los siguientes:
1. Referéndum Constituyente por las Autonomías de 2006: Asistimos a las urnas para decidir sobre una larga y engorrosa pregunta, de esas que a un especialista en temas de descentralización tanto gustaba hacer en sus complejos modelos presentados. En fin, que la pregunta decía si ¿estábamos de acuerdo en dar a la Asamblea Constituyente el mandato vinculante de establecer un régimen de autonomías departamentales? El resultado del mismo dependía según qué departamento votaba por el sí por simple mayoría entonces el régimen de autonomías debía aplicarse. Los resultados por el No fueron los siguientes: Chuquisaca 62%; La Paz: 73%; Cochabamba: 63%; Oruro: 75% y Potosí: 73%. En el resto de departamentos ganó el Sí. O sea 5 contra 4.
2. Referéndum Autonómico de 2008: En un contexto signado por el enfrentamiento político entre las regiones que contienen eso que conocemos como media luna, se llevaron adelante referéndums que pretendían aprobar unos estatutos departamentales que según el oficialismo eran inconstitucionales. Total, que los resultados por el Sí fueron mayores al 80% en Santa Cruz, Beni, Pando y Tarija.
3. Referéndum por las Autonomías 2009: Nuevamente se preguntó a los departamentos en los que el 2006 optaron por el No en el tema de las autonomías departamentales. Contrariamente a lo ocurrido en el anterior referéndum mencionado, los resultados fueron los siguientes por el Sí: Chuquisaca 85%; La Paz: 78%; Cochabamba: 80%; Oruro: 76% y Potosí: 81%.
El contexto y la memoria son importantes, dado que por ejemplo en 2006 el oficialismo político hizo campaña por el No en la votación y con éxito en la parte occidental del país más Cochabamba y Chuquisaca; mientras que en 2009 el oficialismo habría cambiado de rumbo en su campaña producto de que lo que quería que contenga la nueva CPE era su ideal, entonces tuvieron la suficiente capacidad para remontar el resultado por el que habían hecho campaña antes por el No, transformándolo y mejorándolo en algunos casos, haciendo campaña por el Sí.
El último escenario, el próximo referéndum estatutario al que asistiremos el 20 de septiembre próximo y que curiosamente serán en aquellos departamentos en los que en principio habrían abanderado la opción negativa por el tema autonómico: Oruro, Potosí, La Paz, Chuquisaca y Cochabamba. Mientras que los departamentos más "progresistas" en este tema que realizaron su referéndum en 2008 siguen esperando que sus estatutos sean validados por el Poder Judicial (ya van 7 años) porque deben ser compatibilizados con la CPE, con la excepción de Pando.
¿Se cumplirá la maldición de Achá o quizá vivimos dominados por la coyuntura y además influenciados por los actores políticos, por los símbolos, por nuestras propias pasiones, etc; por todo, menos por un criterio estrictamente racional de elector perfectamente informado? Tiendo a pensar que a menudo usamos atajos informativos para decidir por algo en concreto, aunque se haya dicho que las autoridades electas no se pueden pronunciar por el sí o por el no en este caso es más que evidente a qué le van unos y otros, sino simplemente hay que fijarse cómo cambiamos tan rápido y eficientemente nuestra votación entre uno y otro referéndum. En fin, que vivimos rodeados de paradojas, pero no de esas que el profeta de la izquierda llamaba “señoriales” sino simples paradojas que no necesitan de grandes modelos explicativos ni tampoco de reduccionismos antojados respecto a que por condición social de pertenecer a sectores populares o por poca educación vamos a votar en función de lo que nos diga nuestro gran caudillo.
Politólogo