martes, 15 de noviembre de 2011

Tipnis, elecciones y crisis de la clase media en Bolivia








Se sabe sociológica y comúnmente que buena parte de los graduados universitarios y más aún aquellos que se inclinan y logran titularse de abogados en algún momento entrarán a formar parte de la clase media, si es que ya no lo están hasta entonces.

Tomando en cuenta esta afirmación ¿No debería haber tenido mejores resultados las últimas elecciones judiciales? Más aún si tomamos en cuenta que el actual Presidente aglutina el apoyo “natural” de las clases bajas y vulnerables a nivel rural y urbano; entonces la suma entre la clase pobre y la clase media debiera haberse traducido en un apoyo del 90% de votos; siempre que estemos de acuerdo con la línea argumentativa en la que se establece que el grupo de “poderosos oligarcas” en Bolivia a penas llega al 10% de su población total.

Para responder a este cuestionamiento es imprescindible hacer el cruce reflexivo con el fenómeno TIPNIS (sobre todo con la intervención policial de los marchistas), es a partir de este punto en el que se puede observar con mayor nitidez el establecimiento de una pugna en construcción entre la clase media de Bolivia, demostrando que más allá de la tesis de Felipe Quispe sobre las dos Bolivias existe otra fragmentación que hasta ahora no habíamos visto tan clara.

¿Se acuerdan de los niños que gritan a su madre acusándose mutuamente de haber cometido una travesura? ¿De medirse entre ellos quién cometió la peor de las travesuras y quien no queda tan mal? Así están hoy las clases medias, intentando plegarse de forma más conveniente para ellos a los marchistas del TIPNIS y reprobando las acciones del gobierno, todos cuestionando el orden existente, todos gritando y señalándose entre sí, como si de una acusación inquisitorial se tratase. Pero ¿ante quién se quejan estas clases? ¿quién es esa madre a la que elevan sus quejas? Lamentablemente no existe nadie visiblemente significativo que sea opuesto al actual régimen, es más incluso me animaría a decir que a quien se quejan es al mismísimo Presidente para sacar algún rédito (aquí no es necesario mencionar la larga y consistente crítica que tienen nuestros escritores sobre nuestra cultura política); que la sociedad boliviana tiene un alto instinto democrático, que la marcha nos unió más que el fútbol. Yo la verdad lo dudo, al menos en términos políticos.

Si aún no lo convenzo amable lector, le paso unos datos que si bien no dan lugar a dudas para las aseveraciones vertidas aquí al menos aportan al debate, lo dice bien el sexto informe del PNUD y más concretamente su nota de prensa sobre el incremento de las clases medias en Bolivia que hasta 2007 ya serían alrededor de 3.6 millones de personas; además toda esta clase media atraviesa la composición social boliviana, ya que “el 82% de los 3,6 millones de ciudadanos que ocupan el estrado medio de ingresos habita en áreas urbanas, el 40% son indígenas y el 65% trabajan en el sector de los servicios y del transporte”.

Finalmente, los resultados de los votos nulos en la elección judicial además de mostrar la desaprobación contundente y “de convicción” (como dice Jorge Lazarte) hacia el actual régimen, muestran también una falta de horizonte por parte de estos votantes, al no haber un líder que sea la máxima expresión de esa votación, lo que existen son solamente pequeños liderazgos locales; entonces el cuestionamiento que le traslado a Vd. amable lector es: ¿no estaremos asistiendo ante una nueva forma de electorado “indignado” con los partidos y los movimientos sociales?.

Publicado en el Periódico Página Siete, suplemento IDEAS, 13 de noviembre de 2011:

http://paginasiete.info/web/ideas.aspx?seccion=ideas&fecha=20111115

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