El hasta hace poco controvertido historiador N.
Ferguson dice a propósito del libro "Por
qué fracasan los países" de Daron Acemoglu y James Robinson (2012):
"Para quienes piensan que el destino económico de un país está
predeterminado por la situación geográfica o el legado cultural, Acemoglu y
Robinson tienen malas noticias…" Y en efecto! Estas malas noticias para
quienes defienden estas ideas se van extendiendo a lo largo del texto de forma
brillantemente detallada. Advertencia: no me detendré en la explicación de los
ejemplos, esta nota es una especie de reseña de los elementos teóricos que
considero más destacables; sin embargo sugiero fervientemente al lector la
lectura completa del texto por la riqueza que contiene.
Volviendo, me explico, o más bien intentaré
explicar las ideas del libro mencionado para que al final el lector pueda
reflexionar en torno a este asunto en nuestro contexto a ser posible. Dicen los
autores que el núcleo central del texto es que "aunque las instituciones
económicas sean críticas para establecer si un país es pobre o próspero, son la
política y las instituciones políticas las que determinan las instituciones
económicas que tiene un país" (Pág. 61). Es decir, el desarrollo o la
condena al fracaso de un país no está directamente asociado a cuestiones
climáticas, culturales o educativas, aunque son influyentes no son
determinantes; para ellos lo más importante son las instituciones mencionadas, y
más aún lo son el tipo de élites políticas que gobiernan.
Los autores distinguen dos tipos de élites
políticas: las extractivas y las inclusivas (Pág. 115), las primeras se ocupan
de extraer la riqueza con el objetivo de beneficiar en mayor medida a sus
aliados; mientras que las inclusivas tienen la característica de ser
centralizadas y lo que es más importante aún: son pluralistas (Págs. 98 y 103).
Sin embargo, no todas son malas noticias para
los países con élites extractivas, Acemoglu y Robinson explican que existen dos
vías de crecimiento bajo este tipo de élites: "uno, siempre que las élites
asignen recursos directamente a actividades de alta productividad que controlan
personalmente; dos, cuando se permite el desarrollo de instituciones económicas
inclusivas, aunque sea solamente de forma limitada e incompleta" (Pág.
116).
También, debe quedar claro que aunque hubiera
éxito en el nivel de desarrollo, las élites extractivas no estarán dispuestas a
despegar del todo los motores de la economía, puesto que el hacerlo implica la
aplicación de la famosa tesis de la destrucción creativa del capital sugerida
por Schumpeter (Pág. 109); el crecimiento no implica reemplazar máquinas más
modernas por viejas sino también personas más instruidas, tomando en cuenta
obviamente la consecuente reducción de mano de obra.
Bajo este contexto las pugnas internas entre
élites extractivas son constantes ya que todas buscan concentrar la riqueza y
el poder; en este punto es en el que a menudo se presentan las coyunturas
críticas que son decisivas a la hora de determinar el rumbo que vaya a tomar un
país, como dicen los autores, la coyuntura crítica es un arma de doble filo
porque "puede allanar el camino para romper el ciclo de instituciones
extractivas… o puede intensificar la aparición de instituciones
extractivas" (Pág. 127, 174-175).
Por tanto, todo depende del proceso político en
curso para generar prosperidad o fracaso, si se sigue repitiendo el cambio de
élites extractivas entonces se estará frente a un circulo vicioso difícil de
romper que da pie a la comprobación de la famosa Ley de hierro de la oligarquía
de Michels (toda organización es oligárquica) donde la sucesión es entre élites
oligárquicas, entonces la única forma de romper este círculo vicioso es cuando
se pone límites al poder y la defensa del pluralismo político y económico (Pág.
362).
Casi para terminar y desembarcando en nuestra
tierra, cierto que durante la conquista los españoles saquearon los recursos y
se comportaron como una élite extractiva, pero también estaremos sin duda de
acuerdo en que poco hemos hecho las antiguas colonias para revertir este
comportamiento. Dados los últimos acontecimientos en los que se reafirma que el
siguiente año habrán elecciones entre algunos que tenían que ir y otros que no
tenían que ir pero igual irán de candidatos; nos toca reflexionar si el proceso
histórico boliviano transitó hacía la ruptura de ese este círculo vicioso o
simplemente lo que pasó y pasa ahora es que las formas de extraer riqueza
cambiaron mientras la naturaleza extractiva de nuestras élites políticas siguen
intactas; de ser así no hay que deprimirse por completo, porque Acemoglu y
Robinson nos señalan un camino por el que es posible generar prosperidad y
desarrollo.
Una versión editada de este texto se publicó en el periódico boliviano Página Siete, Suplemento IDEAS, 23 de junio, página 4: http://paginasiete.info/web/ideas.aspx?seccion=ideas&fecha=20130626
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