En un principio pensaba presentar
esta columna en enero pasado, pero los que estuvieren festejando a la
plurinacionalidad con toda seguridad o no me hubieran leído o se hubieran
lanzado a ponerme en el catálogo verano 2014 de saboteadores del proceso de cambio.
Dejando de ser aguafiestas, lo
hago ahora porque creo que este es un tema de singular importancia y que
involucra a todos el contribuir al debate, partiré de la tesis presentada por
el ex ministro de educación F. Patzi y otros, que se resume en que lo indígena
originario cubre más de la extensión de la población que uno mismo se imagina
porque en las ciudades estos sujetos están mimetizados en una suerte de camaleonismo ancestral, por lo que la
hipótesis del mestizaje de nuestra sociedad es errada, intentaré poner a
evaluación dicha tesis.
La someto a prueba mediante un
análisis empírico contenido en un experimento de los señores Harris y Findley
(2012) publicado en el Journal of
Conflict Resolution, en ese artículo los investigadores proponen responder
si lo étnico es identificable a partir de entrevistas y grupos focales en la
provincia Eastern Cape de Sudáfrica.
En el artículo mencionado, se
explora ¿cómo la gente puede discernir bien lo étnico y qué condiciones
disponen o limitan para que identifiquen lo étnico? Teniendo en cuenta que la
identificación es difícil en promedio, los autores estudian también las
características del que identifica, tales como una fuerte identidad, facilidad
de identificar a otros; considerando también el lenguaje, nombre, raíz
geográfica y símbolos étnicos que tienen impacto en la persona para que esté
habilitada de identificar a otros correctamente.
En los resultados del experimento
se evidencia que los individuos no son capaces de identificar a otros
fácilmente, de hecho, las identificaciones correctas fueron raras en promedio.
Para realizar el experimento se
dividió en dos grupos, los representantes étnicos y los sujetos a los que se
consultó; en el caso de los primeros lo que se hizo fue tomarles fotografías y
filmarlos de forma separada, en los videos luego de decir su nombre, apellido,
saludar en su lengua materna y en inglés, se les hacia decir dos cosas, primero
que argumentaran sobre su verdadera identidad étnica usando símbolos y segundo
que argumentaran sobre una falsa identidad étnica que supuestamente poseían
usando símbolos también.
Las mencionadas fotos y
grabaciones se las mostraron a los sujetos seleccionados de la región en la que
se estaba realizando el experimento. Una vez realizada la prueba, se evidenció
que la probabilidad de éxito en la identificación étnica de otros grupos al que
pertenece el sujeto es baja, en promedio el porcentaje de personas que se
identifican entre el mismo grupo étnico al que pertenecen es del cuarenta y
cinco porciento, esto se debe a que alguien que pertenece a un grupo étnico a
menudo se confunde porque identifica a otros grupos étnicos como parte del suyo
porque guardan algunas similitudes. Aquí entra por ejemplo el problema entre
aymaras y quechuas, si ninguno de los dos hablan en su idioma no es posible
identificarlos a simple vista, dados sus ropajes citadinos, valga la
aclaración.
Por tanto los autores llegan a
algunas conclusiones: una fuerte etnicidad como identidad es generalmente más
exitosa en su identificación que otras. El tener una fuerte identidad étnica es
un arma de doble filo porque una fuerte identidad puede facilitar en
identificar fácilmente a otros pero al mismo tiempo una fuerte identidad puede
engañar fácilmente también.
Finalmente, para quienes a estas
alturas de la lectura piensan que estoy equivocado y antes de que me pongan en
su catálogo mencionado al inicio de la columna, les envío una aclaración que
podría servir al debate, y es que dado que lo étnico no tiene aún una
definición precisa, los estudios que han intentado operacionalizarlo están aún
en construcción, aquí los análisis cuantitativos sobre violencia civil emplean
varias medidas que intentan englobar
elementos de lo étnico tales como: diversidad (Fearon an Laitin, 2013), grupos
de distinción (Kirschner, 2010), grupos de concentración geográfica (Toft,
2005), y de polarización (Alesina et. al., 2003). Por lo tanto, parece ser que
en las ciudades lo étnico como identidad aún está en entredicho y los que se
empeñan en seguir la tesis patziniana no deberían cantar victoria aún entre
otras cosas porque al final de cuentas los individuos que se dan cuenta de que
el mundo había sido algo más que la ciudad que ocupamos está en crecimiento.
Esta columna fue publicada en el Periódico boliviano Página Siete, Suplemento IDEAS, 30 de marzo de 2014, link: http://www.paginasiete.bo/ideas/2014/3/30/etnico-medida-imposible-17363.html
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