martes, 26 de abril de 2011

Gaetano Mosca escribe a Evo Morales





Cómo ya se refirió a Vd. Robert Michels en una misiva anterior me gustaría comenzar con una delclaración un tanto personal contándole que fui una de las primeras personas que se ocupó de estudiar este fenómeno de las élites allá por 1896.

Ansioso por comenzar a explicarle los elementos de mi posición académica que espera tener algún eco en Vd. o en otra persona que se sienta curiosa de analizar a los gobernantes desde esta perspectiva, me atrevo a formularle mi primer punto sobre esta cuestión; mi tesis en cuestión parte de la noción de que cualquier gobierno se encuentra regido siempre por una minoría organizada, lo que en primera instancia denominé como clase política (para mayores referencias que no se pueden explicar en esta escueta misiva le sugiero revisar mi libro traducido al español titulado: La Clase Política).

Está demás decir que Vd. forma parte de una minoría organizada puesto que viene de un sector indígena que si bien se precia en muchos aspectos de ser la mayoría social en su país, pero como ya le dijo el señor Michels anteriormente, Vd. es en última instancia representación de una minoría; por otra parte, mucha gente desconoce (o no acepta) que al final sólo existen dos clases de personas: la de los gobernantes y la de los gobernados. La primera, que es siempre la menos numerosa, desempeña todas las funciones políticas, monopoliza el poder y disfruta de las ventajas que a él van unidas; mientras que la segunda, más numerosa, es dirigida y regulada por la primera y a ella le proporciona, al menos aparentemente, los medios materiales de subsistencia y los que son necesarios para la vitalidad del movimiento político correspondiente.

Esta clase política (élite) justifica su poder apoyándolo en una creencia o en un sentimiento generalmente aceptados en esa época y en ese pueblo; estas minorías gobernantes como a las que Vd. pertenece tienen ciertas cualidades “especiales” respecto a las mayorías, lo que las otorga cierta superioridad, en otras palabras deben poseer algún requisito, verdadero o aparente, que sea altamente apreciado y se valore mucho en la sociedad donde viven. Por lo tanto, que la élite gobernante sea diferente a la que gobernaba antes no es garantía de que sea diametralmente diferente en términos de administración del poder.

La única sugerencia que me gustaría hacerle es la de que en lo posible aunque se sienta tentado en quedarse en el poder o en delegarlo casi de forma aristocrática no lo haga porque esto representaría su posterior derrumbe; no me extenderé sobre esto porque el señor Vilfredo Pareto, me comentó que se encuentra deseoso de seguir esta secuencia de misivas que lo único que esperan en lo que me concierne es reflexionar sobre estos temas importantes.

Publicado en el periódico Páfina Siete: http://paginasiete.info/web/ideas.aspx?seccion=ideas&fecha=20110508

lunes, 11 de abril de 2011

¿El despertar de la juventud en tiempos de crisis?







Una de las vertientes informativas más divulgadas en estos momentos a través de los medios masivos de comunicación a propósito de las revueltas en algunos países árabes es la que da cuenta de un curioso “despertar” de las generaciones de jóvenes que unidos en torno a un ordenador y a páginas webs como twitter o facebook han ido armando la “revolución” social que posibilitó en algunos casos (Túnez y Egipto hasta ahora) un cambio repentino de sus gobernantes que permanecían por décadas en el poder.

Esta información nos podría hacer pensar que estamos frente a una nueva forma de organización de protesta social, pero como soy un desconfiado declarado de cualquier información, me propúse investigar y contrastar esta hipótesis expuesta a continuación.

Resulta curioso ver como los datos de uso del servicio de internet en estos países es muy bajo, haciendo un repaso acerca de esta temática en los útimos reportes del Banco Mundial en sus estadísticas de desarrollo social (2008), apreciamos que en Egipto de cada 100 habitantes tan sólo 17 accedían al uso de internet; la lista continua con Yemen, donde tan sólo son 2 de cada 100; Libia con 5 de cada 100; Bahrein con 52 de cada 100; y Túnez con 27 de cada 100.

De todos los paises en los que se hace referencia solamente Bahrein sobrepasa la mitad de 100 habitantes por uso de internet, si seguimos de acuerdo con la hipótesis de los mass media entonces podríamos inferir que en Bahrein debería haber estallado una revuelta de proporciones bíblicas que por supuesto no existió ni existe (no me voy a detener con otros datos que sí merecen la pena discutirse como la diferencia de la minoría sunní gobernante respecto a la mayoría chiita gobernada). Inmediatamente me viene a la mente la reflexión de que quizás no es tán cierto como se magnifica el papel del internet en estas movilizaciones; quizás esto obedece a otros criterios, quizás en realidad los medios masivos de comunicación a la cabeza de la radio y la televisión juegan un papel mucho más desicivo en la influencia de las revueltas; quizás esta “poderosa” juventud además de estar atenta de los chismes de sus artistas preferidos, de sus amigos, de sus enemigos, de sus parejas, de intentar hacer nuevos amigos por la red, no está muy atenta a las noticias de corresponsales o de gente que cuelga información sobre las tensiones políticas que se viven en el momento. Desde luego no soy nativo de estos países en conflicto, pero como vengo de un medio social en vías de desarrollo poseo la suficiente experiencia para afirmar que los niveles de acceso al mundo de la red no es significativo respecto al uso de otros medios de información.

Transpolando esta tesis mediática al contexto boliviano se verifica que en nuestro país tenemos alrededor de 11 ciudadanos que utilizan internet por cada 100; pero mi reflexión no pretende terminar en este dato anecdótico, ya que me propuse contrastar otra tesis, esta vez de apelación por parte de algunos “representantes teóricos y opinadores oficiales” que expresan a lo ancho y largo de sus recursos tecnológicos e impresos que América Latina se encuentra en proceso de emergimiento político y económico, mostrándose extremadamente optimistas respecto de la futura gravitación de este continente en el futuro del contexto global.

En esta ocasión me propuse sumergirme en la lectura de algunos de los periódicos más leidos a nivel mundial de habla inglesa y española (lastimosamente mis conocimientos linguísticos no llegan más allá), en este tipo de prensa la cobertura que se realiza a países “revolucionarios” como Bolivia y Venezuela es lamentable, todas las informaciones tienen que ver con temas de levantamientos, revueltas, corrupción, narcotráfico, etc, etc. No hay ninguna noticia que pueda dar evidencia de un incremento galopante de la economía nacional o de un desarrollo en crecimiento en cualquier ámbito.

A estas alturas de la lectura soy conciente que no faltará el defensor ideológico que podría estar diciendo “claro, esque esos periódicos son imperialistas, derechistas, oligárquicos”; mi respuesta señores viene cargada de impotencia y envidia sobre cómo países como Japón que se enfrentan a catástrofes bíblicas saben mantener una disciplina estoica en la adversidad, y finalmente le invito a responderme ¿Por qué no podemos ser diferentes a los demás sin apelar siempre a nuestra identidad y a nuestra astucia? ¿Por qué nos empeñamos en publicar en la mayor parte de los casos desde una crítica asérrima sin proponer alguna alternativa? ¿Por qué seguimos alegrándonos cuando a alguien le va mal, pero no lo ensalzamos cuando algo va bien? ¿Tán difícil resulta para nuestra generación del presente y la futura cambiar estos rasgos?.