lunes, 30 de enero de 2012

Political Parties and Democracy. Five Volumes. Kay Lawson, General Editor.






Volume I: The Americas
Kay Lawson and Jorge Lanzaro, Volume editors

California: Praeger.
274 pp.
ISBN: 978-0-275-98706-0

(Traducción de la Introducción al volumen I)


El “Volumen I de los Partidos Políticos y la Democracia”, presenta nueve capítulos escritos sobre los partidos políticos en las Américas. El libro comienza con los dos países de América del Norte: Canadá y Estados Unidos; y continúa con siete sistemas de partido en América Latina: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, México, Perú y Uruguay. 

Entre los nueve casos estudiados la naturaleza de la relación entre partidos y la democracia varía enormemente, no sólo entre las dos Américas, sino también dentro de cada país a través del tiempo. En estos capítulos los partidos son trabajados tomando en cuenta las tres etapas de poder que se describe en la introducción[1]: estudiando la liberación desde tiranía, resaltando el trabajo de la liberación por la vía democrática y, por último, mostrando señales de avanzar en la búsqueda de mantener el poder por la de democratización.

Por supuesto, estas diferencias son sólo algunos indicios para caracterizar la compleja naturaleza de cada sistema de partidos, presentado por autores indígenas[2] de los países sobre los que escriben, sus puntos de vista nos permiten penetrar mucho con mayor profundidad; ya que a partir del conocimiento de primera mano y experiencia, estos autores ofrecen el contexto histórico y socioeconómico, así como los factores políticos y estructurales necesarios para comprender lo complejo de cada realidad y la forma en que ha evolucionado.
Resalta la sinceridad de los autores, sus propias evaluaciones intrigantes, sus conocimientos sin precedentes, y su documentación sólida y convincente. A continuación se pasa a presentar un breve resumen de cada capítulo desarrollado en el texto.

Canadá, dice James Bickerton, ha tenido cuatro sistemas de partidos diferentes a lo largo de su historia, a pesar de que los últimos tres sistemas han tenido fuertes componentes de democracia interna de partido, el panorama no es tan simple como lo era antes. Los miembros de los partidos canadienses aún no tienen la atribución necesaria para desempeñar un papel importante en la elección de sus líderes, dado que muchas de las oportunidades de participación anteriormente disponibles a nivel local han desaparecido: "Las organizaciones locales del partido se limitan a visitas puerta a puerta o a hacer un saludo en su gira que pasa a través de la ciudad." Las decisiones para democratizar encuentran eco en la opinión pública, como resultado de esto los votantes canadienses se inclinan cada vez menos hacia una ideología política, siendo cada vez menos partidistas. Las elites del partido siguen siendo fuertes en el gobierno y la democracia canadiense se mantiene estable, pero no obstante, los signos de una lenta disociación entre los partidos desde el demos son inconfundibles.

Diana Dwyre deja claro que el proceso es mucho más avanzado en los Estados Unidos, donde las élites políticas han sido capaces de asumir el control cada vez más fuerte de los partidos, cada vez menos controlados por sus miembros. En los Estados Unidos, los candidatos construyen sus propias organizaciones para luchar por la nominación, los partidos simplemente esperan, para luego convertirse en organizaciones "al servicio" de quienes ganaron la nominación. Ellos "juegan un papel central en la estructuración de la política y en la puesta de individuos en posiciones de poder o influencia" y en ese sentido sirven al aparato institucional de la democracia. 

Los partidos de EE.UU. y sus candidatos utilizan Internet para mantenerse en contacto con las opiniones de los votantes y formular programas que respondan a lo que aprenden, en la medida en que pueden hacerlo y no perder a sus principales donantes a los que deben satisfacer con el fin de cubrir los costos altísimos de la campaña. Los esfuerzos de las organizaciones de base que trabajan para construir movimientos de masas para presionar a los partidos, y a los candidatos, para proporcionar un liderazgo más democrático también parecen haber tenido cierto éxito recientemente. Sin embargo, como muestra Dwyre en detalle, la ola de la democratización ha desembarcado muy lejos de tierra.

En América del Norte los partidos políticos podrían estarse convirtiendo en algo cada vez menos fiable como agencias de democratización, pero en América del Sur donde la lucha por la liberación es mucho más reciente -y en algunos casos mucho más tenue- ha ganado, lo que significa que la batalla aún se está haciendo en cada país consiguiendo una democratización más segura. Los partidos políticos aún pueden encontrar sus intereses para tratar de cumplir con esa aspiración, pero algunas fuerzas fuertes todavía están trabajando en contra de ellos- y en contra del establecimiento de una verdadera democracia. Los siete autores muestran lo difícil que es la promesa de mantener los distintos grados de éxito alcanzados.

La fuerza y ​​la persistencia de diferentes formas de Peronismo hace que el caso argentino sea único, pero esas cualidades, como hábilmente muestra Ana María Mustapic, no han garantizado el establecimiento de gobiernos que decidan de acuerdo con la voluntad del pueblo. Mustapic demuestra cómo los factores institucionales -dentro de los partidos y en las normas externas impuestas sobre ellos- han contribuido a la creciente fragmentación del sistema de partidos, y cómo al mismo tiempo los votantes argentinos se han vuelto cada vez más escépticos y exigentes. 

La Departidization es fuerte y los electores independientes están creciendo constantemente. Los partidos luchan para mantener el control del poder de personalización en los procesos electorales, pero los programas carentes de viabilidad que ofrecen hacen que la decepción de los votantes crezca inevitablemente, al igual que la frecuencia de las renuncias presidenciales. Como resultado, la estabilidad del gobierno –por no mencionar el progreso hacia una democracia trabajada- se ha convertido en un aparente riesgo eterno.

Bolivia es otro caso donde el liderazgo ha sido fuertemente personalizado, pero la historia de la evolución entre los partidos y la democracia en este país, según dice por Fernando Mayorga, es muy diferente. En 1982, Bolivia volvió a un gobierno civil y desde hace 14 años la democracia boliviana "funcionaba bajo un régimen de tipo híbrido presidencialista, un sistema electoral mixto con un multi-partidismo moderado." Durante ese tiempo los conflictos económicos, territoriales y étnico-culturales han formado parte del sistema de partidos y lo han reformado parcialmente, lo que ayudó a hacer posible la elección en 2006 de Evo Morales, el líder de las comunidades campesinas indígenas en Bolivia.

Morales ha hecho profundas reformas en el sistema electoral y creó una nueva e importante forma de participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones, otorgando los roles principales a los movimientos sociales en lugar de a los partidos. Mayorga ofrece interesantes puntos de vista de cómo estos cambios tienden a fortalecer la democracia en Bolivia de manera permanente.

Jairo Nicolau evalúa cuidadosamente los argumentos de la asociación de la democracia con partidos fuertes antes de ofrecer su análisis de si esa relación es válida en el Brasil contemporáneo, él encuentra que si bien Brasil es, por cualquiera de los criterios habituales, una democracia, al final la democracia no depende de partidos fuertes.

En cambio, los partidos están tan fuertemente controlados por las regulaciones del gobierno –desde las disposiciones del sistema electoral para el control del a los medios de comunicación y la financiación pública de sus presupuestos -que su independencia del Estado se ve seriamente comprometida. Los partidos no hacen campaña programática. Una vez en el cargo, los miembros de la legislatura muestran una alta disciplina de partido para cada una de las votaciones, pero los parlamentarios cambian de partido a media legislatura con frecuencia y facilidad; a esto lo llama “disciplina sin cohesión.” En  general, los partidos brasileños no cumplen con las expectativas del modelo de partido responsable;  para Nicolau estos al ser más cerrados encajan en el modelo de cartelización.

La democracia contemporánea de Chile se funda en el derrocamiento de la tiranía en un pasado muy reciente, sin embargo, este es el país con mayor experiencia en América Latina de un gobierno democrático estable con partido político, contando los años anteriores a la toma del poder de Pinochet en 1973. Este país toma ahora, como dice Alfredo Joignant, una forma diferente, con dos coaliciones opuestas  de partidos que tuvieron éxito en imponer -y alternar– sólo entre ellos en el en el poder, cada uno alejándose poco a poco de la mayoría de la población en edad de votar. El resultado es una especie de "democracia inerte", que en la actualidad es completamente incapaz de asimilar y reflexionar acerca de las tendencias recientes en la opinión pública.

México está inmerso aún un proceso de transición democrática, Esperanza Palma concluye que el movimiento largo y lento hacia la alternancia en el poder, finalmente se logró en las elecciones presidenciales del año 2000, a partir de ahí se ha creado un sistema político mucho más abierto, permitiendo a los partidos como nunca antes ser "los canales de intereses y de descontento", y que el sistema de partidos más completo e institucionalizado traiga consigo nuevos niveles de estabilidad política. Sin embargo, los partidos que se han convertido en la mayor agencia para la transmisión de las demandas que hasta ahora no eran representados (o insuficientemente representados) siguen mostrando, dice la autora de este capítulo, una disposición inquietante para continuar con el uso de medios dudosos de protesta que fueron más usuales bajo el régimen autoritario del pasado.

Continúan las disputas sobre las reglas electorales, especialmente cuando los resultados electorales se consideran fraudulentos, estos agravan el problema. ¿Es la democracia algo sobre resultados o sobre procedimientos? Puede México terminar por fin la "cadena sin fin de reformas electorales"?. ¿Equidad? puede decirse que no, todavía no.

Martín Tanaka describe cómo el Perú también pasó en épocas anteriores cuando los partidos intentaban abrir el sistema político, pero esas oportunidades eran limitadas y reprimidas rápidamente por la recurrencia de gobiernos militares, el último período de los cuales terminó en 1980, sólo para ser seguido en la década de 1990 por el "autogolpe" de Alberto Fujimori que reunió a la autocracia de nuevo al poder por una década. 

Después de su temprana popularidad debido al éxito en la lucha contra dos movimientos insurgentes terroristas y de hacer las reformas económicas neoliberales muchos se alejaron de su representación, Fujimori fue derribado por los escándalos de corrupción y por los dudosos procedimientos de su elección en el año 2000. Aunque el trabajo de liberación continúa y la redemocratización se encuentra en proceso, el serio despertar de los partidos durante la época de Fujimori permitió que una élite tecnocrática neoliberal quede efectivamente al cargo según dice Tanaka, y las promesas de la redistribución social de políticas (en uno de los países más pobres del mundo) siguen sin cumplirse.

Uruguay es la democracia más antigua de América Latina, incluso después de restarle dos quiebres autoritarios. Después de resumir los antecedentes históricos, Jorge Lanzaro describe el nuevo sistema de partidos que se creó después del fin de la dictadura militar en 1984 y fue seguido poco después por la reforma de la legislación constitucional y electoral. 

La transición neoliberal de la década de 1990 ha sido seguida más recientemente por el cambio político, como una nación que gira a la izquierda, pero Uruguay ha mantenido un sistema pluralista con competencia efectiva en todo momento. No obstante, algunos de los cambios han alterado la relación entre partidos y la democracia. El nuevo sistema electoral significa que hay menos "ofertas políticas e ideológicas," la práctica de "compromiso presidencialista" ha sido reemplazado por el presidencialismo de mayoría exclusiva, y la tradición de larga duración de tener dos partidos dominantes se ha transformado en un sistema multipartidista encabezado por un nuevo partido de izquierda; los partidos todavía están trabajando democráticamente y la democracia está funcionando todavía.


[1] Los editores de los volúmenes mencionan a las siguientes etapas: liberación, democratización y de-democratización.
[2] Esta palabra tiene dos sentidos a lo largo de los cinco volúmenes: en un primer momento se usa para caracterizar a los editores, co-editores y autores de cada capítulo, quienes son personas “nativas” del país de estudio correspondiente, ninguno de los cuales vive fuera de los países sobre los que escribe. Por otro lado, los autores de los capítulos específicos de vez en cuando utilizan las palabras "indígena" o "nativos" en un segundo sentido: para referirse a grupos étnicos específicos.

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