miércoles, 26 de junio de 2013

Por qué fracasan los países… ¿Y el nuestro también?








El hasta hace poco controvertido historiador N. Ferguson dice a propósito del libro "Por qué fracasan los países" de Daron Acemoglu y James Robinson (2012): "Para quienes piensan que el destino económico de un país está predeterminado por la situación geográfica o el legado cultural, Acemoglu y Robinson tienen malas noticias…" Y en efecto! Estas malas noticias para quienes defienden estas ideas se van extendiendo a lo largo del texto de forma brillantemente detallada. Advertencia: no me detendré en la explicación de los ejemplos, esta nota es una especie de reseña de los elementos teóricos que considero más destacables; sin embargo sugiero fervientemente al lector la lectura completa del texto por la riqueza que contiene.

Volviendo, me explico, o más bien intentaré explicar las ideas del libro mencionado para que al final el lector pueda reflexionar en torno a este asunto en nuestro contexto a ser posible. Dicen los autores que el núcleo central del texto es que "aunque las instituciones económicas sean críticas para establecer si un país es pobre o próspero, son la política y las instituciones políticas las que determinan las instituciones económicas que tiene un país" (Pág. 61). Es decir, el desarrollo o la condena al fracaso de un país no está directamente asociado a cuestiones climáticas, culturales o educativas, aunque son influyentes no son determinantes; para ellos lo más importante son las instituciones mencionadas, y más aún lo son el tipo de élites políticas que gobiernan.

Los autores distinguen dos tipos de élites políticas: las extractivas y las inclusivas (Pág. 115), las primeras se ocupan de extraer la riqueza con el objetivo de beneficiar en mayor medida a sus aliados; mientras que las inclusivas tienen la característica de ser centralizadas y lo que es más importante aún: son pluralistas (Págs. 98 y 103).

Sin embargo, no todas son malas noticias para los países con élites extractivas, Acemoglu y Robinson explican que existen dos vías de crecimiento bajo este tipo de élites: "uno, siempre que las élites asignen recursos directamente a actividades de alta productividad que controlan personalmente; dos, cuando se permite el desarrollo de instituciones económicas inclusivas, aunque sea solamente de forma limitada e incompleta" (Pág. 116).

También, debe quedar claro que aunque hubiera éxito en el nivel de desarrollo, las élites extractivas no estarán dispuestas a despegar del todo los motores de la economía, puesto que el hacerlo implica la aplicación de la famosa tesis de la destrucción creativa del capital sugerida por Schumpeter (Pág. 109); el crecimiento no implica reemplazar máquinas más modernas por viejas sino también personas más instruidas, tomando en cuenta obviamente la consecuente reducción de mano de obra.

Bajo este contexto las pugnas internas entre élites extractivas son constantes ya que todas buscan concentrar la riqueza y el poder; en este punto es en el que a menudo se presentan las coyunturas críticas que son decisivas a la hora de determinar el rumbo que vaya a tomar un país, como dicen los autores, la coyuntura crítica es un arma de doble filo porque "puede allanar el camino para romper el ciclo de instituciones extractivas… o puede intensificar la aparición de instituciones extractivas" (Pág. 127, 174-175).

Por tanto, todo depende del proceso político en curso para generar prosperidad o fracaso, si se sigue repitiendo el cambio de élites extractivas entonces se estará frente a un circulo vicioso difícil de romper que da pie a la comprobación de la famosa Ley de hierro de la oligarquía de Michels (toda organización es oligárquica) donde la sucesión es entre élites oligárquicas, entonces la única forma de romper este círculo vicioso es cuando se pone límites al poder y la defensa del pluralismo político y económico (Pág. 362).

Casi para terminar y desembarcando en nuestra tierra, cierto que durante la conquista los españoles saquearon los recursos y se comportaron como una élite extractiva, pero también estaremos sin duda de acuerdo en que poco hemos hecho las antiguas colonias para revertir este comportamiento. Dados los últimos acontecimientos en los que se reafirma que el siguiente año habrán elecciones entre algunos que tenían que ir y otros que no tenían que ir pero igual irán de candidatos; nos toca reflexionar si el proceso histórico boliviano transitó hacía la ruptura de ese este círculo vicioso o simplemente lo que pasó y pasa ahora es que las formas de extraer riqueza cambiaron mientras la naturaleza extractiva de nuestras élites políticas siguen intactas; de ser así no hay que deprimirse por completo, porque Acemoglu y Robinson nos señalan un camino por el que es posible generar prosperidad y desarrollo.

Una versión editada de este texto se publicó en el periódico boliviano Página Siete, Suplemento IDEAS, 23 de junio, página 4: http://paginasiete.info/web/ideas.aspx?seccion=ideas&fecha=20130626






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